miércoles, 26 de noviembre de 2014

Migraciones en España durante la Guerra Civil y Posguerra



            La Guerra Civil Española es, seguramente, el acontecimiento más importante de la Europa de los años treinta y, sin duda, el más dramático de nuestra historia reciente. No fue un conflicto sólo de carácter militar, sino que también de carácter social y político, además de económico, que se desencadenó en España tras el fracaso parcial del golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, encabezado  por un sector del ejército contra el gobierno de la Segunda República Española y que acabaría el 1 de abril de 1939 con el último parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarándose victorioso y estableciéndose  una dictadura que duraría hasta su muerte en 1975.

            En cuanto a las consecuencias demográficas, el impacto en pérdidas humanas de la guerra fue considerable. Se estima que las víctimas de la contienda superaron el medio millón de personas, incluyendo los muertos en combate, los represaliados en la retaguardia los cuales sufrieron una represión masiva y sangrienta en muchos momentos de la guerra- y los ejecutados por los vencedores tras la guerra.



        
          No menos importante son las consecuencias de la emigración masiva, un gran impacto desde un punto de vista laboral, dado que se compone de personas jóvenes en busca de nuevas oportunidades de trabajo lejos de España, un país cuyas infraestructuras y tejido industrial había sido arrasado completamente por la guerra. Otras consecuencias económicas fueron Aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas por el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética. Se produjo un estancamiento económico durante toda la década, no recuperándose el nivel de renta de 1935 hasta bien entrados los años cincuenta. Como podemos observar en el gráfico, la enorme variación negativa en los años de guerra y posguerra es brutal, dejando una brecha en la economía muy considerable.
     
      
           Otra herida de la guerra fueron los exiliados (unos 300.000), obligados a abandonar el país, y que se amontonaron en los campos de refugiados de las costas francesas o huyeron a México o Argentina, muchos no regresaron. Los camposde internamiento en Francia resultaron ser una cruel trampa. En realidad eran campos de concentración establecidos por las autoridades francesas para encerrar a cerca de 550.000 españoles que huyeron de la represión franquista hacia Francia tras la Guerra Civil Española. La mayoría se construyeron cerca de la frontera, en forma de barracones o de zonas vigiladas bajo la intemperie, y no disponían de agua potable ni de las mínimas condiciones higiénicas. A los prisioneros apenas se les daba comida, y nunca se les ofreció agua potable ni ropa de abrigo o para refugiarse del viento. Muchos murieron de desnutrición, enfermedades diversas, durante torturas o asesinados.

            En general, entre 1936 y 1945, todos los países latinoamericanos se inclinaron por la adopción de medidas encaminadas a la restricción y selección de la inmigración, así como a la protección de la población autóctona. En este nuevo escenario, el exilio español a América tropezó con serias dificultades. En primer lugar, los países destino tradicional de la emigración española, como Argentina, Cuba, Brasil o Uruguay, eran reticentes a aceptar la llegada de refugiados, escudándose en cuestiones laborales, cuando temían una alteración de la paz social por parte de un colectivo considerado políticamente “peligroso”.


      México sí aceptó la llegada de refugiados, incluso antes de finalizar la guerra. El mismo día en que Franco ponía fin a la Guerra Civil, la Secretaría de Gobierno mexicana emitía un comunicado ofreciéndose como destino a los refugiados, que dispusieran de los medios necesarios para mantenerse hasta su instalación. El total de refugiados que entró en México entre 1939 y 1948 fue de 21.750, siendo el país latinoamericano que recibió el mayor contingente.

       Finalmente, consideramos importante centrarnos en las consecuencias económicas. La guerra dejo una profunda huella en las actividades económicas: destrucción de las infraestructuras, de la cabaña ganadera, del parque automovilístico y ferroviario, de las industrias… La destrucción de los recursos económicos e infraestructuras trajo en los años cuarenta los años del hambre. Se produjo un estancamiento económico durante toda la década, no recuperándose el nivel de renta de 1935 hasta bien entrados los años cincuenta. El pago del gasto de la guerra por ambos bandos fue muy elevado. Al haber usado el gobierno republicano las reservas de oro para comprar armamento acabó con las reservas monetarias de la zona republicana. El bando sublevado tuvo que abonar mucho dinero tras finalizar el conflicto; España había quedado devastada en algunas zonas, con pueblos totalmente asolados. La economía española tardaría décadas en recuperarse.


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