domingo, 4 de enero de 2015

El reparto de África


            Durante 1884 y 1885, se realizó el Congreso de Berlín que supuso la adjudicación de África, para reglamentar las posesiones de los distintos estados europeos, basándose en el principio de la ocupación efectiva de los territorios, y erradicar el tráfico esclavista. Este hecho es el que se conoce como El Reparto de África. Sin embargo, las disputas entre los estados interesados, no pudieron ser remediadas por dicho Congreso, y se extendieron hasta la Primera Guerra Mundial, como su inevitable consecuencia. El reparto de África fue entonces, una de las causas de este primer conflicto bélico mundial.


            La zona ubicada entre Egipto y Sudáfrica y algunas zonas en el golfo de Guinea, le correspondieron al Reino Unido. El territorio del norte africano, Madagascar y una porción del África ecuatorial, le fue asignada a Francia. Angola, Mozambique, Guinea y algunas islas, fueron entregadas a Portugal, mientras Alemania se apropió de Togo, Camerún y Tanganica. A Bélgica le fue entregado el Congo Belga. Italia ocupó Libia, y Somalia. España fue derrotada al intentar apoderarse de Etiopía, correspondiéndole el occidente del Sahara y enclaves en Guinea. Túnez, Marruecos y Egipto fueron las zonas que no pudieron resolver sus conflictos. Sólo Etiopía y Liberia conservaron su independencia. Esta última era una colonia de afro-americanos liberados, que el 26 de julio de 1847, declararon su independencia. Su población nunca se consideró africana sino americana.

            En 1898 sucedió el Incidente de Fachoda, entre el Reino Unido y Francia, cuando cada uno de esos estados decidió intercomunicar por vías férreas sus colonias africanas, surgiendo la disputa por la pertenencia de la ciudad de Fachoda (Sudán) que estaba situada en el límite entre ambas posesiones. Los británicos lograron imponerse por su número.

            El 8 de abril de 1904, se firmó entre Francia y el reino Unido, el Entente Cordiale, para evitar conflictos por motivos de la expansión territorial. Entre los años 1905 y 1906, estalló la primera crisis marroquí, entre Francia y Alemania. Francia ejercía su influencia en Marruecos, reafirmada luego del Entente Cordiale, a cambio de que Francia reconociera al Reino Unido su dominio sobre Egipto. Sin embargo, cuando el Kaiser Guillermo II de Alemania visitó Tanger (Marruecos) el 31 de marzo de 1905, impulsó la independencia marroquí. Esto generó en un conflicto, que fue resuelto temporalmente por la Conferencia de Algeciras, donde Francia conservó su influencia sobre Marruecos, con pequeños cambios adaptativos, pero el problema resurgió con mayor intensidad en vísperas de la Primera Guerra Mundial.


            Con la penetración europea el contexto económico, social y político de África, cambia. Surge una estructura urbana, y las empresas foráneas se apropian de la explotación agrícola y minera local. Se crean carreteras, vías férreas y puertos. Los británicos establecieron un gobierno indirecto en casi todos sus dominios africanos, reforzando el gobierno local, a cargo de los jefes de las tribus, con una protección de tipo paternalista por parte de los oficiales británicos. Así para gobernar Nigeria debieron disponer de pocos funcionarios. Si bien esto sucedió en la mayor parte de los casos, en otros, como en Sudáfrica, antigua colonia holandesa, muy rica en diamantes y oro, que pasó a manos británicas a comienzos del siglo XIX, no sin resistencia por parte de los ex colonos holandeses (boers), y en Rodesia, la idea fue crear directamente naciones blancas, despojando de poder a los jefes locales. Fue en estos lugares donde la política oficial del gobierno, fue la del apartheid, o separación de razas. Los franceses asignaron bastante cantidad de funcionarios a la administración de sus colonias, estableciendo sus propias formas de organización. Los portugueses obtuvieron materias primas de estas colonias, que eran consideradas como provincias portuguesas. El Congo belga, actualmente Zaire, hasta lograr su independencia en 1960, debió soportar una explotación desmedida, sobre todo durante el gobierno del rey Leopoldo II.

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